domingo, 19 de febrero de 2012

A propósito


La indiferencia no sirve. Nada puede salirme bien, todo el rechazo que me clavan como 
puñales son la causa de mis actitudes frías, de mi estado psicológicamente inestable. De hacer siempre lo de todos los días, agachar la cabeza y llorar. Y que nadie me pregunte o me diga nada. Porque soy distinta.
 Porque no encajo en un muro de ladrillos iguales, o como una hoja rosada en un libro de texto.
 No.
 Yo soy una persona fuera de lo común, y eso me aleja.
 Y no es a propósito.
 ¡Soy así! ¡¿Es que acaso no saben lo que me encantaría ser completamente normal, ser cualquiera?! ¡Tener reacciones normales, relaciones normales!
 Amigos…
 … pero amigos que estén cerca. Que vea en situaciones normales, casuales.
 No tengo un amigo así. Ya no lo puedo tolerar, es imposible tolerar en una sociedad intolerante. ¿En eso también tengo que ser diferente? No señor.
 Me es inevitable, no me sale ser “forra”. Ser hipócrita no es lo mío.
 No sé qué carajo hacer.
 Y estoy harta de estos cambios que se dan todo el tiempo, de este modo tan irritantemente continuo.
 Volvería a ser la de antes.
 Fracasada, sí, pero feliz.
 Y con propósito, de cualquier manera.





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